Aprender
a Vivir
Muy
pocas veces nos preguntamos o nos permitimos reflexionar del por qué de nuestro
actuar, pensar o hablar. Tal vez, es de poca importancia saberlo y por eso no
hacemos ese tipo de cuestionamiento con frecuencia, al final de cuentas, nos
comportamos, lo hacemos y ya; por inercia, porque así somos y porque nos gustar
ser. Cuando intentamos conocer el inicio de nuestro comportamiento, las
respuestas por lo regular, suelen, no ser de nuestro agrado: ¡la culpa es de
nuestros papas! ¿Por qué me enseñaron a ser así? ¿Por qué tengo que comportarme
como mi papa? ¿No me pudieron enseñar a ser más exitoso?
Hemos
escuchado hasta el cansancio el que las personas somos como una hoja en blanco
cuándo nacemos; que los bebes son, como una esponja que todo succionan. Es Jean
Jaques Rousseau quién en su libro “El Emilio” aborda esta situación que nos
permite aclarar un poco las dudas de nuestro existir. El mayor alimento que
existe en la vida, es la enseñanza. Son nuestros padres los primeros
“maestros”, pero no de matemáticas ni de ciencias, o por lo menos no
profesionalmente; son tal vez, mucho más importantes que eso, son nuestros
primeros mentores de vida. De ellos aprendemos a recorrer ese camino tan
transitado y difícil, y mediante sus enseñanzas logramos, por lo menos,
intentar caminarlo.
Cuando
nacemos, somos los seres más indefensos, necesitamos protección y cuidado;
aprenderemos a ser fuertes o débiles según sea el caso. Seremos torpes o
inteligentes según el medio en el que nos desarrollemos.
Es
aquí donde recuerdo la Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura, el cual
nos dice, que el niño como “aprendiz” se
comportará en el futuro según haya sido
su desenvolvimiento en la sociedad. Su primer escalón, será la familia. Los
padres su primer obstáculo a vencer.
El
niño será capaz de extraer enseñanzas a partir de la observación de lo que
hacen o dicen los otros. La herramienta para lograrlo será la atención. Los
padres harán todo lo posible para formar a un individuo capaz de sobresalir en
el ambiente. ¿Pero realmente lo logran?, ¿Son las tácticas que utilizan las
adecuadas?. Eso sólo lo podremos saber con el tiempo. Otra frase trillada pero
que esconde una gran verdad es la que dice: que no existe un manual para ser
madre o padre. Otra gran verdad, es que los padres van aprendiendo sobre la
marcha, usando estrategias aprendidas en la vida, esa que obtuvieron de sus
propios padres. El árbol genealógico se hace presente en cada nacimiento, y no
solo para hacer presencia en la herencia genética, sino en la forma de educar.
Generación
tras generación subsisten palabras, o formas de ser y de pensar. Es una
cadenita que sigue en movimiento. Unos tratarán de hacer modificaciones para
“bien” o para “mal”; otros continuarán igual, con los mismos “errores” o
“aciertos”. La gran mayoría apuesta por una educación en la que sus hijos
aprendan a ser fuertes, exitosos y dispuestos a sobresalir en la vida. Rousseau decía, que el hombre que conoce y es
capaz de sobrellevar los males de esta vida es el mejor o más educado. Muchos padres
no buscan enseñar esos males, como el fracaso, por el contrario buscan hijos que lleguen lo más cercano a una
“perfección” inexistente. Quién cree en el “perfeccionismo Ficticio”, y lo
llamo así, por qué sólo existe en el imaginario de algunos; crean seres
rígidos, cuadrados, obsesivos, carentes de empatía consigo mismo. Se olvidan de
que conforme una persona se equivoque, aprende.
Unos padres que “conducen” a sus hijos hacia la plenitud, son guías, que
inculcan en sus hijos el llamado “ensayo-error”. La caída duele, pero el
levantarse es una virtud.
Bandura
describe al papel de aprendiz, como aquel que no es Dios, ni autosuficiente, ni
mucho menos autómatas. Se le tiene que enseñar a cada individuo a ser apto para
todas las condiciones humanas que la vida le vaya presentando.
Los
primeros pasos se logran en compañía de quienes nos protegen y cuidan desde el
nacimiento y en los primeros años de vida. La experiencia se va nutriendo de
las lecciones que se van presentando. El niño hace sus primeras “gracias”
utilizando sus capacidades físicas, sus sentidos; en donde poco a poco va
construyendo una idea de lo que es y de lo que quiere ser. Pero antes de
conectar con lo cognitivo, lo hace con su parte afectiva. Esa, que desarrolla
en la intimidad de su relación con la madre. Es en esta, donde conoce
el placer y el dolor, el bien y el mal; el afecto o el rechazo.
Todo
lo que le suceda quedará marcado, en la memoria consciente o inconsciente; ese
aprendizaje saldrá a la luz según el momento en que se necesite aplicar. Cada
acción y sensación queda registrada en nuestro cuerpo, en nuestro ser. Se va
creando nuestro archivo personal, el cual permitirá conocer nuestro alrededor y
a nosotros mismos.
En
la interacción con nuestro mundo, en el que los primeros meses se reduce a
nuestros seres queridos, vamos siendo un poco conscientes de nuestro ser. ¿Pero
realmente somos totalmente conscientes de lo que somos?
Tal
vez no, y menos si sólo nos dedicamos a cumplir con lo que la sociedad nos
dicta, o espera de nosotros. No somos conscientes si sólo estamos preocupados
en lograr ser ricos y no tener preocupaciones. ¿Nos gusta nuestra vida?, o más
bien ¿Somos felices? Difícil responder. Todos queremos siempre más y más, pero
no todos vamos detrás de eso. Nos conformamos con lo que tenemos, no
arriesgamos demás.
Jean
Jaques Rousseau dice algo muy cierto: “el hombre que más ha vivido no es aquel
que tiene más años, sino el que más aprovecho la vida”. No podemos estar más de
acuerdo con esto. Nos olvidamos de vivir, de sentir y de experimentar cuando
la rigidez, los prejuicios y “el qué dirán”, son más fuertes que los deseos de
las personas.
Se
nos olvida que solo tenemos una oportunidad de vivir, nos perdemos en la
monotonía y en la cuadratura. La libertad, queda como una simple palabra más en
nuestro breviario personal, sin sentido ni significado. Aprendimos a ser
esclavos de lo que los demás piensan. Si los padres nos enseñaran a ser libres,
obvio, conociendo las consecuencias de utilizar mal ese término, todo sería
distinto.
No
podemos culpar a nuestros padres por sus enseñanzas o por su forma en que nos
permitieron crecer. Lo que sí es cierto, es que son quienes en sus formas de
actuar, voluntaria o involuntariamente inculcaron en nosotros nuestra manera de
ver la vida y de salir avante en ella.
Pero
¿cómo podemos ser mejores padres? Es otra pregunta difícil de contestar.
Vale
la pena, quizás, dejar de ser tan aprensivos y en la manera de lo que se pueda,
irnos liberando de las ataduras que nos impusieron en el pasado. El formar a un
individuo, es la tarea más complicada que existe en el universo entero. Que de
ti dependa el futuro de una persona, no es nada agradable. Cae sobre ti, una
responsabilidad que no se esperaba.
Lo
único que como sociedad podemos esperar, es que existan hombres y mujeres
libres, respetuosas de la naturaleza, de los otros y de sí mismos. Que sean
honestos en cada paso que den. Seres llenos de amor y compasión, en donde la actitud de servicio
este presente para los que más lo necesitan.
Individuos
capaces de elegir y apostar por su felicidad; entendiendo que para lograrla se
pueden cometer errores, los cuales no son malos ni dañan. El daño se produce
cuando no se está preparado para afrontarlos y remediarlos.
Todos
tenemos un papel para desempeñar en la vida, lo mejor para todos es que cada
quién decida cual interpretar. No se puede ir en la vida con indecisiones, sin
saber qué rumbo tomar. La madurez nos tiene que permitir saber qué es lo que
queremos y no en nuestra vida.
La
infancia sin duda marca la pauta para la personalidad de cada individuo, lo más
que podemos hacer por nuestros niños es invitarlos a que conozcan el mundo a
través de sus sentidos, que con sus sensaciones vayan aprendiendo a saber que
si y que no.
Rousseau
a través de su “Emilio”, nos permite tener una mejor perspectiva de lo que el
aprendizaje en la primera etapa de nuestra vida debe ser. Siempre buscando el
bienestar de la persona, pero no solo desde lo “bueno”, sino también desde lo
“malo”. Todo aporta en esta vida, no hay desperdicio en ella. Cada paso que se
dé, será una huella que se deja.
Es
por lo anterior que debemos aprender a enseñar lo mejor de nosotros mismos,
aquello que nutra y alimente el existir de los demás. Enseñemos a vivir en
plenitud, incluso con lo negativo, saliéndonos de la perfección. Teniendo
siempre presente que nuestro actuar será observado por quienes nos siguen.
Quizás no deberíamos ser ejemplo para nadie, pero si somos punto de referencia
para muchos, por lo tanto debemos dar nuestra mejor versión. Para que nuestras
manos en vez de degenerar, sean manos enriquecedoras.
Para
este Articulo de opinión se tomó como referencia la lectura que se hizo del
Libro “El Emilio” de Jean Jaques Rousseau (Titulo Original: Émile on De
l´education) redactado en 1762.
El articulo me parecio muy interesante ya que supo abordar muy bien Los temas con su debida informcion en su viene la informacion muy concreta.
ResponderEliminarMuy buen trabajo 👏🏻
ResponderEliminarTú artículo argumenta muy bien tú opinión en cuanto al libro y cada una de tus expresiones son muy reflexivas , estoy tan de acuerdo contigo en la parte que dices que todos tenemos un papel para desempeñar en la vida y que no se puede ir en la vida con indecisiones y si no maduramos nunca vamos a avanzar , yo considero que las decisiones se toman con madurez , pensando y reflexionando hacer dé ellas . En fin me a gustado mucho tu artículo fue muy bueno leerlo 👍🏻
hola compañero buenas noches excelente trabajo, como es que captas y expresas tu opinión, estoy de acuerdo con lo de mi compañera marapau es muy reflexivo
ResponderEliminarTe felicito Jorge, tu artículo desde el inicio acompaña al lector a reflexionar sobre lo que aporta los primeros años de la infancia en la formación del carácter. Tú si eres mi punto de referencia, pues créeme que tu opinión expresa una realidad que hemos olvidado disfrutar la vida. Felicidades, me has dejado pensando al respecto, TU ARTICULO ES EXCELENTE.
ResponderEliminarMe gusto mucho su artículo. Sus palabras fluyen tan claro que supongo que redactar le es muy sencillo.
ResponderEliminarHe escogido leer su artículo porque me gusta mucho leer opiniones opuestas a las mías, y aprender, y justo eso me pasó. Gracias
Fue un muy buen articulo, me gusto un tanto leerlo ya que es un tanto reflexivo, el gusto el como se expresa a dar sus ideas sobre el texto y me hizo pesar algunas cosas al respecto.
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