jueves, 22 de abril de 2021

Artículo de Opinión "El Emilio" de Jean Jaques Rousseau


 

Aprender a Vivir

 

Muy pocas veces nos preguntamos o nos permitimos reflexionar del por qué de nuestro actuar, pensar o hablar. Tal vez, es de poca importancia saberlo y por eso no hacemos ese tipo de cuestionamiento con frecuencia, al final de cuentas, nos comportamos, lo hacemos y ya; por inercia, porque así somos y porque nos gustar ser. Cuando intentamos conocer el inicio de nuestro comportamiento, las respuestas por lo regular, suelen, no ser de nuestro agrado: ¡la culpa es de nuestros papas! ¿Por qué me enseñaron a ser así? ¿Por qué tengo que comportarme como mi papa? ¿No me pudieron enseñar a ser más exitoso?

Hemos escuchado hasta el cansancio el que las personas somos como una hoja en blanco cuándo nacemos; que los bebes son, como una esponja que todo succionan. Es Jean Jaques Rousseau quién en su libro “El Emilio” aborda esta situación que nos permite aclarar un poco las dudas de nuestro existir. El mayor alimento que existe en la vida, es la enseñanza. Son nuestros padres los primeros “maestros”, pero no de matemáticas ni de ciencias, o por lo menos no profesionalmente; son tal vez, mucho más importantes que eso, son nuestros primeros mentores de vida. De ellos aprendemos a recorrer ese camino tan transitado y difícil, y mediante sus enseñanzas logramos, por lo menos, intentar caminarlo.

Cuando nacemos, somos los seres más indefensos, necesitamos protección y cuidado; aprenderemos a ser fuertes o débiles según sea el caso. Seremos torpes o inteligentes según el medio en el que nos desarrollemos.

Es aquí donde recuerdo la Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura, el cual nos dice, que el niño  como “aprendiz” se comportará en el futuro según  haya sido su desenvolvimiento en la sociedad. Su primer escalón, será la familia. Los padres su primer obstáculo a vencer.

 

El niño será capaz de extraer enseñanzas a partir de la observación de lo que hacen o dicen los otros. La herramienta para lograrlo será la atención. Los padres harán todo lo posible para formar a un individuo capaz de sobresalir en el ambiente. ¿Pero realmente lo logran?, ¿Son las tácticas que utilizan las adecuadas?. Eso sólo lo podremos saber con el tiempo. Otra frase trillada pero que esconde una gran verdad es la que dice: que no existe un manual para ser madre o padre. Otra gran verdad, es que los padres van aprendiendo sobre la marcha, usando estrategias aprendidas en la vida, esa que obtuvieron de sus propios padres. El árbol genealógico se hace presente en cada nacimiento, y no solo para hacer presencia en la herencia genética, sino en la forma de educar.

Generación tras generación subsisten palabras, o formas de ser y de pensar. Es una cadenita que sigue en movimiento. Unos tratarán de hacer modificaciones para “bien” o para “mal”; otros continuarán igual, con los mismos “errores” o “aciertos”. La gran mayoría apuesta por una educación en la que sus hijos aprendan a ser fuertes, exitosos y dispuestos a sobresalir en la vida.  Rousseau decía, que el hombre que conoce y es capaz de sobrellevar los males de esta vida es el mejor o más educado. Muchos padres no buscan enseñar esos males, como el fracaso, por el contrario buscan  hijos que lleguen lo más cercano a una “perfección” inexistente. Quién cree en el “perfeccionismo Ficticio”, y lo llamo así, por qué sólo existe en el imaginario de algunos; crean seres rígidos, cuadrados, obsesivos, carentes de empatía consigo mismo. Se olvidan de que conforme una persona se equivoque, aprende.  Unos padres que “conducen” a sus hijos hacia la plenitud, son guías, que inculcan en sus hijos el llamado “ensayo-error”. La caída duele, pero el levantarse es una virtud.

Bandura describe al papel de aprendiz, como aquel que no es Dios, ni autosuficiente, ni mucho menos autómatas. Se le tiene que enseñar a cada individuo a ser apto para todas las condiciones humanas que la vida le vaya presentando.

Los primeros pasos se logran en compañía de quienes nos protegen y cuidan desde el nacimiento y en los primeros años de vida. La experiencia se va nutriendo de las lecciones que se van presentando. El niño hace sus primeras “gracias” utilizando sus capacidades físicas, sus sentidos; en donde poco a poco va construyendo una idea de lo que es y de lo que quiere ser. Pero antes de conectar con lo cognitivo, lo hace con su parte afectiva. Esa, que desarrolla en la intimidad de su relación con la madre. Es en esta, donde conoce el placer y el dolor, el bien y el mal; el afecto o el rechazo.

Todo lo que le suceda quedará marcado, en la memoria consciente o inconsciente; ese aprendizaje saldrá a la luz según el momento en que se necesite aplicar. Cada acción y sensación queda registrada en nuestro cuerpo, en nuestro ser. Se va creando nuestro archivo personal, el cual permitirá conocer nuestro alrededor y a nosotros mismos.

En la interacción con nuestro mundo, en el que los primeros meses se reduce a nuestros seres queridos, vamos siendo un poco conscientes de nuestro ser. ¿Pero realmente somos totalmente conscientes de lo que somos?

Tal vez no, y menos si sólo nos dedicamos a cumplir con lo que la sociedad nos dicta, o espera de nosotros. No somos conscientes si sólo estamos preocupados en lograr ser ricos y no tener preocupaciones. ¿Nos gusta nuestra vida?, o más bien ¿Somos felices? Difícil responder. Todos queremos siempre más y más, pero no todos vamos detrás de eso. Nos conformamos con lo que tenemos, no arriesgamos demás.

Jean Jaques Rousseau dice algo muy cierto: “el hombre que más ha vivido no es aquel que tiene más años, sino el que más aprovecho la vida”. No podemos estar más de acuerdo con esto. Nos olvidamos de vivir, de sentir y de experimentar cuando la rigidez, los prejuicios y “el qué dirán”, son más fuertes que los deseos de las personas.

Se nos olvida que solo tenemos una oportunidad de vivir, nos perdemos en la monotonía y en la cuadratura. La libertad, queda como una simple palabra más en nuestro breviario personal, sin sentido ni significado. Aprendimos a ser esclavos de lo que los demás piensan. Si los padres nos enseñaran a ser libres, obvio, conociendo las consecuencias de utilizar mal ese término, todo sería distinto.

No podemos culpar a nuestros padres por sus enseñanzas o por su forma en que nos permitieron crecer. Lo que sí es cierto, es que son quienes en sus formas de actuar, voluntaria o involuntariamente inculcaron en nosotros nuestra manera de ver la vida y de salir avante en ella.

Pero ¿cómo podemos ser mejores padres? Es otra pregunta difícil de contestar.

Vale la pena, quizás, dejar de ser tan aprensivos y en la manera de lo que se pueda, irnos liberando de las ataduras que nos impusieron en el pasado. El formar a un individuo, es la tarea más complicada que existe en el universo entero. Que de ti dependa el futuro de una persona, no es nada agradable. Cae sobre ti, una responsabilidad que no se esperaba.

Lo único que como sociedad podemos esperar, es que existan hombres y mujeres libres, respetuosas de la naturaleza, de los otros y de sí mismos. Que sean honestos en cada paso que den. Seres llenos de amor y  compasión, en donde la actitud de servicio este presente para los que más lo necesitan.

Individuos capaces de elegir y apostar por su felicidad; entendiendo que para lograrla se pueden cometer errores, los cuales no son malos ni dañan. El daño se produce cuando no se está preparado para afrontarlos y remediarlos.

Todos tenemos un papel para desempeñar en la vida, lo mejor para todos es que cada quién decida cual interpretar. No se puede ir en la vida con indecisiones, sin saber qué rumbo tomar. La madurez nos tiene que permitir saber qué es lo que queremos y no en nuestra vida.

La infancia sin duda marca la pauta para la personalidad de cada individuo, lo más que podemos hacer por nuestros niños es invitarlos a que conozcan el mundo a través de sus sentidos, que con sus sensaciones vayan aprendiendo a saber que si y que no.

Rousseau a través de su “Emilio”, nos permite tener una mejor perspectiva de lo que el aprendizaje en la primera etapa de nuestra vida debe ser. Siempre buscando el bienestar de la persona, pero no solo desde lo “bueno”, sino también desde lo “malo”. Todo aporta en esta vida, no hay desperdicio en ella. Cada paso que se dé, será una huella que se deja.

Es por lo anterior que debemos aprender a enseñar lo mejor de nosotros mismos, aquello que nutra y alimente el existir de los demás. Enseñemos a vivir en plenitud, incluso con lo negativo, saliéndonos de la perfección. Teniendo siempre presente que nuestro actuar será observado por quienes nos siguen. Quizás no deberíamos ser ejemplo para nadie, pero si somos punto de referencia para muchos, por lo tanto debemos dar nuestra mejor versión. Para que nuestras manos en vez de degenerar, sean manos enriquecedoras.

 

Para este Articulo de opinión se tomó como referencia la lectura que se hizo del Libro “El Emilio” de Jean Jaques Rousseau (Titulo Original: Émile on De l´education) redactado en 1762.

 


6 comentarios:

  1. El articulo me parecio muy interesante ya que supo abordar muy bien Los temas con su debida informcion en su viene la informacion muy concreta.

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  2. Muy buen trabajo 👏🏻
    Tú artículo argumenta muy bien tú opinión en cuanto al libro y cada una de tus expresiones son muy reflexivas , estoy tan de acuerdo contigo en la parte que dices que todos tenemos un papel para desempeñar en la vida y que no se puede ir en la vida con indecisiones y si no maduramos nunca vamos a avanzar , yo considero que las decisiones se toman con madurez , pensando y reflexionando hacer dé ellas . En fin me a gustado mucho tu artículo fue muy bueno leerlo 👍🏻

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  3. hola compañero buenas noches excelente trabajo, como es que captas y expresas tu opinión, estoy de acuerdo con lo de mi compañera marapau es muy reflexivo

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  4. Te felicito Jorge, tu artículo desde el inicio acompaña al lector a reflexionar sobre lo que aporta los primeros años de la infancia en la formación del carácter. Tú si eres mi punto de referencia, pues créeme que tu opinión expresa una realidad que hemos olvidado disfrutar la vida. Felicidades, me has dejado pensando al respecto, TU ARTICULO ES EXCELENTE.

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  5. Me gusto mucho su artículo. Sus palabras fluyen tan claro que supongo que redactar le es muy sencillo.
    He escogido leer su artículo porque me gusta mucho leer opiniones opuestas a las mías, y aprender, y justo eso me pasó. Gracias

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  6. Fue un muy buen articulo, me gusto un tanto leerlo ya que es un tanto reflexivo, el gusto el como se expresa a dar sus ideas sobre el texto y me hizo pesar algunas cosas al respecto.

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